Hace unos días hicimos una encuesta en nuestro canal de Instagram pidiendo a la gente que optase por Pasión de Bobal tinto o Pasión de Bobal rosado. La mayoría de nuestros seguidores en esta red social son de España, así que, podéis imaginar que la opción del tinto ganó por goleada.
Si esta misma pregunta la hubiésemos hecho con usuarios mayoritariamente franceses o estadounidenses, es muy posible que la balanza se hubiese inclinado hacia el rosado, ya que estos países son los mayores consumidores de este tipo de vino.
Lo cierto es que aunque el tinto y el blanco suelen ser las opciones más elegidas, el consumo de rosado va en aumento. Y nos parece del todo justo. El rosado es un vino sofisticado y con una identidad propia. En él encontramos la frescura que nos aportan los blancos, y rasgos del carácter que imprimen los tintos.
Si eres de los que todavía mira de reojo a los vinos rosados, te damos tres datos que quizá te hagan cambiar de opinión.
/El mito más extendido/
· El rosado no es un vino tinto rebajado con vino blanco ·
Es el mito más común… Y como buen mito, totalmente alejado de la realidad. Tanto el tinto como el rosado obtienen su color al entrar en contacto el mosto con el hollejo, que es la piel de la uva tinta y donde se encuentran los pigmentos, los aromas y los taninos. En los rosados el tiempo de reposo con los hollejos es más corto que en la elaboración de un tinto.
Por ejemplo, en nuestro caso tenemos dos tipos de rosado, de tonalidades muy diferentes
Pasión de Bobal rosado tiene un color rosa pálido, porque el tiempo de reposo es breve, no excede las 16 horas. De hecho fue, por su color, un vino pionero en la zona de Utiel-Requena, ya que los rosados de Bobal suelen tener un color mucho más intenso. En este caso, optamos por el gusto más extendido en el resto de Europa de rosados de color más pálido, pero con todo el sabor y potencia que otorga la Bobal.
Fuenteseca rosado, en cambio, tiene un color un poco más subido, porque lo dejamos reposar en contacto con los hollejos algo de más tiempo. En él incluso se pueden detectar unos preciosos reflejos violáceos.
Ambos están deliciosos, si Pasión de Bobal rosado te ofrece toques de fruta roja (grosellas, cerezas y fresas) y sutil recuerdo de pétalos de rosa, en Fuenteseca encontrarás aromas a fruta roja madura, fresas con nata, gominolas rojas y ligeros toques florales. Dos rosados, dos personalidades.
/El mito más injusto/
· De los vinos rosados se dice que tienen menos calidad ·
Y es todo lo contrario. La elaboración es más delicada y compleja. Y además se necesitan más uvas y de mejor calidad todavía que para elaborar un tinto. ¿Y esto por qué? Porque al reposar menos tiempo con el hollejo obtienen menos antioxidantes, que conservan el vino de manera natural, así que el rosado está más expuesto a variaciones tras su embotellado, por lo que hay que ofrecer un producto muy bien terminado para que eso no pase.
/El mito más alejado de la realidad/
· Un rosado es difícil de maridar ·
¡Para nada! Un vino rosado marida a la perfección con muchísimas comidas, un buen arroz con verduras o marinero, o incluso una tradicional paella de pollo y conejo. Por supuesto también con pescado. Encaja a la perfección con la comida asiática, como el sushi o sashimi. Con quesos no muy fuertes, carnes blancas, pasta…
Si te gusta el vino, pero no sueles beber rosado, abre el espectro, seguro que conforme lo vayas probando te irás enamorando de todos los matices que puedes encontrar en una copa de un buen vino rosado.