Después de casi tres meses de trabajo ininterrumpido, podemos decir que hemos concluido con éxito la vendimia 2015.

Nuestras vendimias son así, largas. Porque nuestra inquietud por incorporar varietales autóctonos del Mediterráneo nos ha llevado a Camporrobles, Jumilla y Alicante. Además, también contamos con viñedo en La Roda, Albacete, donde cultivamos, en su mayoría, variedades foráneas que hemos adaptado al clima y al terreno de la zona. Esto significa que tenemos que estar atentos a los ritmos de maduración de 14 varietales, que por sus propias particularidades y por la zona en la que están plantadas, maduran en momentos diferentes.

La vendimia empezó en agosto en La Roda con la recolección del Sauvignon Blanc y ha concluido en octubre en Camporrobles, con el Cabernet Sauvignon. En la DO Utiel-Requena solemos ser de los últimos en terminar la vendimia, porque nuestros viñedos están en una de las zonas más altas de cultivo que tiene la comarca. Aquí, nuestros viñedos se curten a 920 metros de altura, entre veranos tórridos y duros inviernos, con oscilaciones de temperatura de hasta 25 grados entre el día y la noche, lo que aporta un toque diferente a nuestras uvas que se deja notar en el resultado final de los vinos.

La vendimia ha sido como nos gusta a nosotros, pausada y escuchando a la uva.

En todo momento hemos estado atentos al momento óptimo de maduración, con una entrada muy controlada en  bodega, porque nuestros depósitos son pequeños y esto impone un ritmo de trabajo determinado. El tamaño de los depósitos tiene una razón de ser. Cuanto más pequeños, más contacto hay del hollejo con el mosto, algo muy importante para los tintos, ya que esto da lugar a una mayor transferencia de aportes al vino, como el color, los aromas, la tanicidad…

La vendimia ha sido pausada, sí, pero el trabajo ha sido intenso. Además, en el caso de las variedades blancas, la vendimia ha sido nocturna, ya que a esa hora la uva ya ha perdido gran parte del calor que ha acumulado durante el día, reduciendo considerablemente  la actividad enzimática y la capacidad de oxidación del mosto, de este modo conseguimos preservar y potenciar los aromas y sabores de nuestras uvas.

Atrás queda la entrada de la uva a bodega, el trasiego de un depósito a otro, el control de temperaturas, de la densidad… Ahora, cada vino reposa en su depósito, cada uno en pleno proceso de elaboración, según lo que queramos obtener de ellos. En unos meses, los vinos de crianza pasarán a barrica y los vinos jóvenes estarán listos para salir al mercado.

Culmina una vendimia más, pero con ella no termina el proceso. Comienza una nueva campaña con las labores del viñedo.

La añada 2015 ya está aquí y, pronto, (¡estamos deseándolo!) también en tu copa.